domingo, 15 de junio de 2014

Papá.

Yo no estrené a mi papá. No lo estrené en eso de ser papá ni en eso de ser abuelo, primero llegó mi hermana, así que para cuando yo lo conocí hace un poquito más de 22 años él ya sabía lo que hacía. Veran, mi papá es una persona, como todas, con muchas facetas distintas. Fue a lo largo de su vida todas las etiquetas que se le impusieron y las que el mismo se asignó. Fue y sigue siendo hijo, hermano y amigo. Se convirtió en medico y luego en cirujano. En algún momento fue esposo. Y desde hace 23 años, 8 meses y unos días es papá.
Lo decepcionante de esa situación, como se imaginarán, es que, por así decirlo, induce a pensar que ya nada es capaz de sorprenderlo. Que la vida le dió experiencia y la experiencia le quitó la posibilidad de sentirse plenamente asombrado por algo. Sin embargo en 22 años estoy segura que más de una vez lo he visto sorprendido. Lo conozco sorprendido, enojado, triste, pensativo, frustrado, feliz, ensimismado en sus pensamientos. Lo conozco casi tan bien como él me conoce a mi, porque sorprendentemente y contra 22 años de negociaciones conmigo misma, llegue a la conclusión de que tenía que empezar a aceptar que somos muy parecidos. 
Mi papá es un buen hombre. Me enseñó, entre otras muchas cosas, a nunca ser ajena a las necesidades de los demás. Me enseñó que para cambiar el mundo no es necesario resolverle los problemas a terceros sino empezar por solucionar los propios para entonces, y solo entonces, ayudar a los demás. Se convirtió en mis ganas de ser generadora de cambios sociales. Me explicó con sus acciones que la apatía es cómplice de la injusticia y que es optativo el soñar pero es obligatorio perseguir lo que se sueña.
En el transcurso de toda una vida juntos se convirtió también en espejo de mis propios errores y defectos. Compartimos luchas, miedos, aspiraciones e ideales. Distintivos rasgos de personalidad, un humor un poco cínico y negro, compartimos enojos y reacciones, somos tercos, insoportables, gritones, mandones y enojones. Somos poco expresivos y cariñosos, y muchas otras cosas más de las que ambos padecemos. Y sobretodo, nos entendemos.
Cada año el día de las madres religiosamente hacemos ceremonia a esas personas tan especiales, y cada año el día de los padres religiosamente hacemos ceremonias menos ostentosas para esas personas igual de especiales. Me quede pensando que nos ha llevado a desarrollar tal injusticia para con nuestros progenitores, y por lo menos en mi caso, llegue a una sencilla conclusión: poco puedo decir de mi papá que no me recuerde a mi misma, hablar de él seria hablar de mi, y yo, como ya lo dije soy muchas cosas pero expresiva no es una de ellas. Doy por entendido que tendré mucho tiempo para armarme de valor y decir lo que quiero decir y muchas veces me equivoco, así que decidí terminar con la injusticia y contarles porque mi papá se convirtió en mi papá.
Mi papá se ganó el titulo no por ser esposo de mi mamá y dador de seguridad, se lo ganó porque es trabajador y se ha esmerado en darnos todo lo que ha estado en sus manos, porque es divertido y guapo, y noble. Porque en general es bueno, muy bueno.
Nos dejo vivir nuestra vida sin entrometerse en ella pero siempre dejando claro que estaba allí, presente y preparado para intervenir sí había necesidad. Nos amó y nos consintió en su muy particular forma de hacerlo, nos llenó de fuerza, de libertad, de ejemplos.
Mi papá se ganó el titulo de papá cuando me hizo darme cuenta que en este mundo no hay únicamente dos tintas a la hora de juzgar una persona, pero sí hay hombres buenos, como él. Que fallas tuvo y tendrá siempre pero que es bueno, y que me quiere y que por encima de todo, procura que este bien.
Mi papá dejó la vara muy alta. Porque resulta que sí existen, hombre increíbles sí hay. No por montones, pero la buena y mala noticia es que sí existen, un ejemplo de ellos es mi papá.
Mi papá me dejó una herencia muy marcada, me enseñó con sus aciertos y sus errores, me sostuvo cuando estuve por caer, me ayudó a levantarme cuando me tocó la de perder, y entre esa infinidad de sorpresas que nos puso el tiempo en el camino, el se convirtió en papá por segunda ocasión y yo me convertí en su hija y en su admiradora numero 1 junto con otros 4 igual de sorprendidos hijos del dr. Sesatty, y lo he amado desde entonces y lo voy a amar toda la vida. Y se que sin jamas decirlo, el sabe que yo entiendo quien soy gracias a que siempre estuve segura de quien era él: feliz día papá.

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